miércoles, 12 de septiembre de 2007

Cuento de Egipto: El mendigo sabio


El califa se encontró con un mendigo en el mercado y le preguntó:
-¿Qué quieres?
El mendigo se rió y dijo:
-¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo?
El califa dijo:
-Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Dime qué es?
Y el mendigo, que era muy sabio dijo:
-Piénsalo dos veces antes de prometer.
El califa Insistió:
-Te daré cualquier cosa que pidas. Soy el príncipe de los creyentes. ¿Qué puedes desear que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo:
-Es un deseo muy simple. ¿Ves aquella escudilla? ¿Puedes llenarla con algo?
Por supuesto -dijo el emperador.
Llamó a uno de sus servidores y le dijo:
-Llena de dinero la escudilla de este hombre.
El servidor lo hizo... y el dinero desapareció. Echó más y más y apenas lo echaba desaparecía. La escuadrilla del mendigo siempre estaba vacía.
Todo en el mercado se reunieron. El prestigio del califa estaba en juego. Les dijo a sus servidores
-Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no debe derrotarme.
Diamantes y perlas caían en la escudilla... los tesoros se iban vaciando. La escudilla parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente. Era el atardecer y la gente estaba reunida en silencio. El califa se tiró a los pies del mendigo y admitió su derrota.
Le dijo:
-Has ganado, pero antes de que te vayas, satisface mi curiosidad. ¿De qué está hecha tu escudilla?
El mendigo se rió y dijo:
-Está hecha del mismo material que la mente humana. No hay ningún secreto... simplemente está hecha de deseos humanos.
Que la paz sea con todos.

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